(work in progress)
fotografías + video + instalación

“No me interesa la fotografía sino la vida.”

Henri Cartier-Bresson

Hace más de 10 años me mudé a la provincia de Buenos Aires, a Banfield. Toda mi vida había vivido en Almagro, en CABA.

El cambio de escenario fue rotundo. Se abría ante mis ojos un nuevo mundo. El mundo del conurbano bonaerense. Si bien había estado por allí, en salidas familiares y por cuestiones laborales, mi vida siempre había girado en torno a la capital.
El mero hecho de cruzar el Riachuelo me parecía extraño y fascinante. Luego comencé a tomarme el 160, la combi o el tren, y cada viaje, abría nuevas puertas a mi mirada.

Pasear por mi nuevo barrio o ir a hacer las compras, o bien acompañar a mi pareja a hacer una entrega de un pedido, iba presentándome todo el tiempo nuevos escenarios. Monte Chingolo, Turdera, Lavallol, Adrogué, Lanús…
Fue así que con mi celular comencé un viaje de ida. Sentía cada vez que me desplazaba, que el puente Pueyrredón o el Puente Alsina o el Puente Victorino de la Plaza, eran el límite entre mi antigua y nueva vida.

Los autos, que la gente dejaba arriba de la vereda estacionados… Eso nunca pasaba en Capital. ¿Y las vírgenes? ¿Por qué hay una casi en cada esquina?¿Serán más católicos en esta parte del Conurbano?

Bien de porteña comencé a darme cuenta que había diferencias, entre allá y acá.
Que allá era lejos, que era trasmano, que era peligroso, -discurso porteño por excelencia- todo empezó a diluirse y apareció todo lo demás.
Pero aun asi… ¿Dónde estaban los taxis amarillos y negros que solía parar con mi brazo extendido en plena calle, de día, de noche o de plena madrugada? Simplemente no existían. Acá las remiserías pululaban en cada cuadra.

Cual turista en una nueva ciudad, miraba perpleja y con entusiasmo el nuevo mundo. Pero también con melancolía por mi viejo barrio de Almagro, en “Capi”.
Poco a poco fui conociendo la belleza detrás de este otro lado del Riachuelo.
Parques, espacios al aire libre, las vías del tren Roca, que bañan toda la zona Sur, el tren y sus pasadizos, sus recovecos.

La marca de los ingleses está por todos lados, en sus casas, sus barrios, en las estaciones de tren. El tren que todo lo une. Por buscar lugares para disfrutar con nuestros hijos también aparecieron las plazas y parques, las reservas y los “no lugares”.


Por eso a veces vuelvo una y otra vez a la misma escena a fotografiar eso que me cautivó.


Ya pasaron 10 años, y aún hoy sigo viendo maravillas y escenas asombrosas, por su simplicidad y su monotonía o por su descuido, que quizá haga que sea mucho más hermoso, porque pienso que hay algo bello en eso de dejar que la vida pase y que la naturaleza se apropie y haga lo suyo, que deje sus marcas y vaya mostrando el camino.